¿Cuántas videoconferencias tienes al día? ¿Y a la semana? ¿Y al mes?

¿Crees que te ayudaría si te cuento un secreto sobre ese tipo de reuniones?

Sí, a tod@s nos gustan los secretos… Pero el que te voy a contar va a cambiar PARA SIEMPRE tu punto de vista sobre la actividad que, probablemente, más tiempo ocupa en tu día a día laboral. Con un poco de suerte, te ayudará a verlas de otra forma. Y con un poco de suerte más, este artículo te ayudará a prepararlas de forma más adecuada. Y eso, por supuesto, es lo que me gustaría conseguir.

EL GRAN ERROR

Me he pasado casi 20 años de mi vida trabajando en teatro y en rodajes de TV. Miles de horas de ensayos, y miles de horas de grabación (y no, no estoy exagerando). En los ensayos teatrales, el premio es la representación. El estreno. El contacto directo con el público.

¿Y en los rodajes?

Pues en los rodajes… No hay premio.

Sales del rodaje, las más de las veces agotado, sin ningún retorno ni feedback sobre tu trabajo... A no ser que el director o alguna otra persona te felicite (cosa que tampoco pasa tan a menudo como pueda parecer).

Y es que una cámara no sonríe con tus chistes, no se emociona con tus palabras. Ni se engancha ni se desengancha a ninguna escena, ni aplaude al final. Simplemente está ahí.

¿Por qué te cuento todo esto?

Porque en tu comunicación online tampoco vas a tener feedback. Al menos, no el feedback al que estás acostumbrado. Y ni por asomo, el feedback que se produce en un encuentro presencial.

El feedback en la comunicación presencial se produce inmediatamente, y lo descodificamos de forma casi inconsciente. Automáticamente, percibimos si nuestro mensaje interesa, llega, se entiende… o emociona, o indigna, o inspira a nuestro interlocutor.

En el entorno online, eso no aplica.

En nuestras sesiones de Teams o de Zoom es difícil (o directamente imposible) que podamos percibir de forma automática o espontánea la cnv de nuestra audiencia, que es la que nos proporciona toda esa información.

Primero, porque en el canal online esa información es más difícil de descodificar (o directamente imposible si nuestro interlocutor no enciende su cámara).
Y segundo porque, si haces las cosas como debes, no estarás mirando a tu audiencia, NI MUCHO MENOS mirándote a ti mism@: estarás mirando a la cámara.

¿CÓMO SOLUCIONAMOS ESO?

No podemos establecer la misma sincronicidad entre nuestras palabras y la reacción de nuestra audiencia, de la misma forma que un actor no percibe la reacción de su público cuando está en un rodaje.

Es probable que ése sea el motivo por el que nos sentimos incómodos o extraños en la com online. Con esa sensación de frialdad, o de ‘no llegar a la otra persona’. El hecho de que podamos vernos y oírnos puede despistarte, y hacerte pensar que la comunicación debe ser igual a la presencial. Pero lo cierto es que el canal online es un canal distinto. Y sí, tiene sus propias particularidades.

La única forma de percibir la reacción de nuestra audiencia, si no podemos hacerlo de forma síncrona, es hacerlo de forma asíncrona. Es decir, alternando los momentos en que ‘emites tu mensaje’ con los momentos en que ‘capturas feedback’.

ALTERNA MOMENTOS Y SUBE EL NIVEL

Combinar esos momentos te permitirá recibir ese feedback, sin perder atención ni efectividad ante la cámara. De ese modo, cuando comuniques tus ideas, podrás mirarla con más naturalidad (y siendo más efectivo). Y cuando captures feedback, interactuarás de forma más real con tu audiencia, e incluso podrás plantearles diferentes formas de conectarlos con tu mensaje (con preguntas, encuestas o incluso docs colaborativos). Y por último, y seguramente más importante, dejarás de perseguir un imposible: tener el mismo nivel de interacción que en el canal presencial.

De esa forma, entendiendo la realidad del canal online, podemos ser realmente efectivos en nuestra comunicación y en nuestras conexiones con clientes y colaboradores.

Lo contrario, es intentar comunicarnos como si estuviéramos en la misma sala cuando lo cierto es que no lo estamos. Y cuando lo cierto es que todo lo que comunicamos no pasa persona-a-persona, sino que pasa a través de las cámaras y los micros de nuestros dispositivos.