NO ES LO QUE DICES: ES LO QUE PASA

 Ante una presentación en público (y después del ataque de pánico que nos invade) la inmensa mayoría de nosotros empieza a preocuparse, incluso a obsesionarse, por QUÉ vamos a decir. Barak Obama, un orador ideal para muchos. Foto: Wikipedia.

Dicho de otro modo, por el contenido de la presentación. Por las palabras. Y eso, por supuesto, es importante. No obstante, hay muchos otros factores tanto o más importantes que las palabras que vamos a pronunciar… Y que normalmente descuidamos.

EL ‘ORADOR IDEAL’

Imagínate a tu orador predilecto. El que más te guste, o el último que te impactó. Apuesto lo que quieras a que ese orador no sólo te transmitió palabras. Vuelvo a apostar a que se comunicó en público de cerebro a cerebro, y de corazón a corazón. Apuesto (de nuevo) a que, más que recordar sus palabras, recuerdas las ideas que compartió contigo, y las sensaciones que provocó en tu interior.

Pues bien, todas esas sensaciones, todos esos intangibles, no se transmiten sólo mediante las palabras. Se transmiten -se comunican- utilizando muchos más recursos. Y todos ellos conforman, no el QUÉ, si no el CÓMO de una presentación. Entre ellos, los recursos básicos del orador –del comunicador-: el paralenguaje y la com. no verbal.

LA ESTRUCTURA Y LA PREPARACIÓN

Insisto: el contenido de tu presentación es importante. No obstante, si echamos un vistazo al proceso de preparación, es sólo el inicio. Seleccionar y estructurar los contenidos es el primer paso, cierto. Pero luego aún quedan unos cuantos: memorizar los contenidos, preparar los gráficos, ensayar y temporizar la presentación también son pasos necesarios del proceso. Y básicos si das importancia, como deberías, no sólo a las palabras si no a CÓMO las vas a comunicar.

Sin embargo, por algún oscuro motivo, no pasamos del paso 1. O, aún peor, obviamos el 1 y el 2, y pasamos directamente al 3: nos ponemos a preparar los gráficos pensando que preparar una presentación sólo consiste en ocuparnos del PowerPoint. Es decir, nos centramos sólo en un punto del proceso –sea el 1 o el 3- y ahí nos quedamos, atascados y sin avanzar en los demás. Por eso nos quedamos a medias (en el mejor de los casos).

 Si te quedas a medias en la preparación, te quedas a medias en la comunicación.

El CÓMO es fundamental. Imagen propia.

Porque todos esos intangibles de los que te he hablado, ese CÓMO fundamental en las presentaciones (y en los oradores) excelentes se descubre, se trabaja y se perfecciona en las fases de memorización y ensayo. Si sólo te ocupas de las palabras, no te ocupas de transmitirlas. Si sólo te ocupas de las palabras, probablemente ni emociones ni comuniques. Si sólo te ocupas de las palabras, no te ocupas de compartir ideas. Dicho de otro modo: descuidas lo que debe pasar en tu presentación.

Tu presentación es, por encima de todo, un acto de comunicación. Eso es lo que debe pasar: que te comuniques. Y esa debe ser tu ocupación en el escenario: transmitir, compartir, conectar. Y sólo conseguirás eso si completas todos los pasos del proceso, y aprendes a ocuparte, no sólo del QUÉ, si no del CÓMO de tu presentación.

 “A más ver…”